La vida, no es vida sin la muerte.
Si fueramos eternos, la vida no valdría nada, tienes todo el tiempo para hastiarte.
Por ello es más seductor lo efímero, un instante significativo sabe más que una eternidad vacía
Si no tuvieramos conocimiento de que en algún momento de que nosotros y nuestros seres queridos moriremos, no valoraríamos nuestras experiencias con ellos.
Apreciamos cada segundo, cada actividad porque habrá un momento en que no podremos hacerlo más, se nos acaba el tiempo. Corremos porque llegará el momento en el que ni de caminar seremos capaces. Valoramos las reuniones porque nuestra familia se irán uno a uno, poco a poco, o los dejaremos.
Al final, vivimos porque sabemos que moriremos.